Aunque se elija siempre calzado de calidad, ciertas personas tienen los pies tan sensibles que a cada vez que se compran un nuevo par de zapatos, se debaten entre el deseo de llevarlos y el miedo al dolor de pies y a las rozaduras. Para solucionar este problema, te damos todos nuestros consejos para evitar rozaduras y ampollas en los zapatos nuevos.
A todos y todas nos encanta comprar zapatos. Botas, deportivas, tacones, sandalias, zapatos de vestir… El abanico de opciones es enorme. Y una vez que nos hemos hecho con un nuevo par, queremos poder usarlos de inmediato, todos los días.
El problema es que los zapatos nuevos, incluso los de mejor calidad, como los zapatos de piel, suaves y con suela acolchada, pueden causar rozaduras y ampollas las primeras veces que se usan. Y las probabilidades aumentan considerablemente si se trata de unos zapatos de tacón. Entonces, nuestro cerebro se divide: por un lado, nos morimos por lucir cuanto antes esos nuevos y llamativos zapatos de salón y, por otro, oye como a nuestros pies les entra el pánico pensando en lo que les viene encima.
Para evitar las rozaduras en los pies, las ampollas y el dolor, ahí van unos pequeños consejos contra el dolor de pies causado por unos flamantes y brillantes zapatos nuevos.
El problema de los zapatos nuevos es que suelen ser demasiado rígidos. Puedes empezar por llevarlos durante unas horas en casa antes de sacarlos durante todo el día. Por supuesto, deberás tener paciencia para conseguir que tus zapatos se ajusten a tus pies.
Para evitar el dolor de pies, es aconsejable llevar los zapatos durante un corto periodo de tiempo la primera vez, y luego durante periodos cada vez más largos con el paso de los días. La idea es que el zapato vaya cogiendo la forma según la anatomía de los pies. Un buen truco es llevarlos con calcetines gruesos para que el cuero se expanda más rápidamente.
Para ir más rápido, hay otras técnicas muy sencillas: puedes utilizar un tratamiento suavizante. Sin embargo, si crees que tus bonitas y nuevas botas altas siguen siendo algo estrechas, no dudes en llevarlas a un zapatero para que las ensanche un poco.
Si crees que, de verdad, tus zapatos nuevos parecen no querer adaptarse a ti y su único objetivo en la vida es hacerte rozadura tras rozadura, la última técnica es el congelador. Llena dos bolsas totalmente herméticas de agua e introdúcelas dentro de los zapatos. Deja que se congelen durante unas horas y ¡listo! El agua congelada se expandirá dentro del zapato y relajará un poco la piel. Esta técnica debería ser un último recurso: siempre cabe la posibilidad de que haya una fuga y que nuestros bonitos zapatos nuevos se estropeen con el agua.
Las rozaduras y las ampollas se forman cuando la piel, la lona o o cualquier otro material de fabricación del zapato rozan la piel. Para evitar un dolor insoportable, lo mejor es colocarse pequeñas almohadillas bajo el puente durante los primeros días. Para la zona del tobillo y el talón, las tiritas de gel especiales para ampollas son tremendamente eficaces. Disminuyen el roce, calman el dolor de la herida ya causada e incluso ayudan a la cura. Con ellas, podrás seguir llevando el calzado casi sin preocuparte.
Y para evitar el problema antes de que llegue a aparecer, existen ciertas cremas y sprays antirozaduras bastante eficaces que pueden aplicarse sobre el pie antes de calzarse el par de zapatos nuevo.