De primeras, es difícil encontrar algo más contradictorio que las palabras 'tacones' y 'comodidad'. Aunque se trate de un oxímoron para muchas, la realidad es que ambos conceptos pueden ir de la mano. Te explicamos cómo elegir unos tacones cómodos.
Como es lógico, los tacones más cómodos para llevar, ya sea para una dura jornada de trabajo o para bailar toda la noche, siguen siendo, sobre todo, los tacones bajos que no superan los 5 cm de altura. Y si el tacón kitten es capaz de seducir por su delicadeza y elegancia, el tacón cuadrado, o al menos lo suficientemente grueso como para garantizar la comodidad y la estabilidad, es por el que hay que apostar si se quiere correr todo el día.
En general, sea cual sea el zapato, la comodidad radica menos en la altura del tacón que en su silueta. Cuanto más ancho, recto y perpendicularmente fijado al pie, con una horma razonable, más práctico será de llevar. Por ejemplo, unos zapatos de más de 8 cm de altura pueden ser bastante cómodos si son de tacón grueso y llevan plataforma en la parte delantera del pie o si se trata de unos zapatos de cuña.
Además de la forma del tacón, hay que prestar atención en la forma del zapato en su conjunto. Los tacones de punta siempre serán menos confortables que los zapatos de puntera redonda, mientras que las mujeres más sensibles deben elegir modelos fabricados en ante o en piel suave para evitar cualquier herida o sensación desagradable de roce. ¿El zapato de tacón ideal? Los zapatos de punta abierta tienen la ventaja de liberar los pies de cualquier sensación de compresión, a menudo responsable de las molestias en los tacones. No hay que olvidar que hay marcas de calzado y de calzado de mujer que están especializadas en el diseño y la creación de zapatos y de tacones especialmente cómodos. Os recomendamos, por ejemplo, las colecciones de Wonders, Hispanitas, Gadea o Martinelli.
Para las mujeres que insisten en llevar tacones de aguja y otros instrumentos de tortura que provocan un sufrimiento horrible, tenemos algunos trucos bajo la manga. El primer truco es utilizar accesorios como plantillas, apósitos o parches que suelen ser de silicona para colocarlos en la puntera pie o en el talón para evitar que el pie se deslice hacia delante y para evitar roces o que estos empeoren.
También se pueden usar suelas antideslizantes que aportan un poco más de estabilidad y, por tanto, comodidad a tu caminar. Otras tampoco escatiman en trucos de la abuela, ya sean polvos de talco para contrarrestar los riesgos de la transpiración (y, por tanto, de la irritación) o bolas de papel de periódico o calcetines para intentar agrandar ligeramente un zapato demasiado estrecho.