¿Quién no ha experimentado alguna vez ese terrible momento en el que nuestros brillantes zapatos nuevos, más que hacernos felices, empiezan a hacer sufrir? Dedos de los pies comprimidos, rozaduras, enrojecimiento, sudoración... En un principio, los zapatos nuevos siempre parecen perfectos, sin embargo, pueden acabar por hacernos daño por su rigidez inicial. Pero que no cunda el pánico: se puede minimizar el problema gracias a algunos trucos y técnicas muy sencillas que nos permitirán ganar unos milímetros de espacio dentro de los zapatos de piel. Te explicamos cómo ensanchar y ablandar tus duros o algo justos zapatos nuevos.
La mayoría de los mortales solemos recurrir a truquitos de abuela y de viejas costumbres para este tipo de operaciones. Sin embargo, no hay que olvidar que hay herramientas y productos especializados que pueden dar mucho mejor resultado. Eso sí, antes de utilizar estos métodos, ten paciencia y asegúrate de haber llevado ese bonito par de zapatos de tacón durante el tiempo suficiente para ahorrarte estos procesos ya que el cuero tiende a adoptar la forma del pie poco a poco.
Te damos dos métodos especializados:
El dilatador de calzado es un producto barato y eficaz que permite aumentar la flexibilidad del cuero de nuestros zapatos ayudando a que estos se adapten correctamente a nuestros pies o a una horma. Es muy fácil de usar: basta con pulverizar el producto sobre la zona del zapato que apriete demasiado, tanto por dentro como por fuera. A continuación, sólo tienes que ponerte los zapatos y andar con ellos para que la piel pueda ir adaptándose a la forma de tu pie.
Otras herramientas útiles para ensanchar los zapatos son las hormas o los ensanchadores. Estos pequeños útiles de zapatero pueden ser de madera o de metal y se introducen directamente dentro del zapato tras haber aplicado un buen spray dilatador. Al cabo de unos días, el par de zapatos podrá ganar algo de anchura e incluso de longitud, según dónde se aplique el spray dilatador. En caso de necesitar un poco más de anchura, recomendamos acudir a un zapatero profesional capaz de usar correctamente una horma ajustable para adaptar el zapato ejerciendo una mayor fuerza.
Como siempre que nos encontramos ante un problema clásico de la vida cotidiana, nuestras madres, abuelos o cuñados nos explican sus propios métodos 'de toda la vida'. Por supuesto, estos métodos no son milagrosos y ni siquiera podemos asegurar que tu bonito y nuevo par de zapatos se mantenga intacto si intentas probar la eficacia de alguno de ellos.
Supuestamente, meter los zapatos en el congelador puede ayudar a ensancharlos. Si quieres intentarlo, llena de agua una bolsa de plástico de congelación hasta la mitad y ciérrala bien. Coloca la bolsa dentro de los zapatos e intenta que el agua se mantenga justo en la zona de los zapatos que quieres ensanchar. Coloca ambos zapatos en el congelador y sácalos al día siguiente. Deja que el hielo de las bolsas de congelación se derrita lentamente y quítalas. El par de zapatos debería haberse ensanchado.
Ahí va el segundo truco de abuela, el del periódico. Bastaría con humedecer un poco de papel de periódico, formar una bola para cada zapato, introducirla dentro del par y tener paciencia. Tras esperar un día o dos, podrás quitar el periódico y disfrutar de algún milímetro de mmás dentro de tus zapatos nuevos (o quizá no). Te recomendamos que, antes de aplicar estos consejos, te asegures de que el material de tus zapatos no es sensible a la humedad. No queremos ver una mancha irreversible en un bonito ante o nobuck.
Imposible encontrar otro método de abuela más clásico: aplicar calor a manta. Coge un paño y humedece el zapato con agua tibia (siempre que no se trate de un zapato de una piel que se manche), ponte un par de calcetines gordos o varios y cálzate el par de endemoniados. Déjatelos puestos por casa todas las horas que puedas y, ¡listo! Si funciona, ya deberías tener un par de zapatos nuevos mucho más cómodo.